Cómo enseñar a los niños a no pegar (truco 6)

Los niños, desde que tienen 1 año y a veces menos, demuestran su frustración pegando.

Aún no saben hablar y pegar manotazos o patadas porque no consiguen lo que quieren es el único camino que conocen para expresar su rabia.

Si cedemos a sus demandas les enseñamos que es un buen método para conseguir sus propósitos. Así que normalmente lo que hacemos es regañarles airadamente e incluso pegarles para demostrarles que no consentimos la agresión.

¿Y qué conseguimos con esto? Por un lado generamos más rabia y frustración que no saben canalizar de otra manera, así que se vuelven aún más agresivos. Y por otro, les enseñamos que cuando queremos algo lo conseguimos pegando y/o gritando, cuando lo que queremos es enseñarles lo contrario en realidad.

Quizás nosotros tampoco aprendimos otras herramientas para canalizar nuestra frustración. Y no hay nada más frustrante que no conseguir que un niño haga lo que queremos ¿verdad? Algo en teoría muy fácil y en la práctica… no tanto.

Así que lo que podemos hacer es convertir una situación tensa en una tranquila ¿y cómo se hace?

Cuando son muy pequeños aprenden por repetición, así que les repetiremos tantas veces como haga falta que «no se pega». Cogeremos su mano y acariciaremos con ella a la persona agredida (que puede ser una misma) para tornar el momento en algo agradable. Si la frustración ha sido pequeña, con esto bastará. Si  ha sido algo más fuerte y no le dejamos desahogarse pegando, romperá en llanto. Esta es una buena herramienta para dar salida a la frustración. Abrázale (si quiere) mientras lo hace. Cuanto más intensa haya sido la emoción, más tardará en calmarse. Es importante dejarle llorar hasta que se calme solo y no darle a entender que llorar es algo malo (sea niña o niño). Veréis que después estará tranquilo y volverá a jugar como si nada hubiera pasado.

Si persiste en agredir, habrá que inmovilizarle (con cariño) para que no haga daño. Intentará patalear y pegar con más fuerza así que debemos ser firmes y pacientes, procurando no alterarnos. Recuerda respirar antes de actuar.

Lo repetiremos día tras día hasta que cese. Pueden pasar semanas e incluso meses y merecerá la pena, pues el resultado perdurará durante toda la infancia.

Si el niño es más grande y no le hemos dejado llorar o pega a menudo, será más trabajoso. Con paciencia lo conseguiremos igualmente.

El truco está en tener claro (sin lugar a dudas) que:

  • Pegar no es algo permisible bajo ningún concepto.
  • El niño pega por frustración. No consigue lo que quiere y aún no sabe cómo conseguirlo. Puede ser por algo momentáneo como un juguete o alguna necesidad encubierta: Quiere que le hagan más caso y sabe que si se pelea lo conseguirá o quiere llorar por algo ya pasado pero no pudo o no se le permitió y sabe que si hay conflicto terminará llorando o quiere tener el poder delante de alguien más débil pues siente que los adultos tienen demasiado poder sobre él… Los niños tienen muchas necesidades encubiertas y es importante estar atentos en el momento de la agresión para intentar descubrir cual es.
  • Con violencia (verbal o física) no se resuelve el problema sino que se enseña a perpetuarlo.
  • Llorar es una buena herramienta para desahogar la rabia y la frustración (ya sea niña o niño).
  • Ceder o no ceder a sus demandas dependerá del momento y de la demanda y no de la intensidad con que lo pidan. Con el tiempo aprenderán a manejar su frustración y es algo que deben aprender.
  • La educación emocional es la mejor vía para educar niños felices.

 

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